Presentó su libro Latín Lovers derrochando dotes comunicativas en una curiosa puesta en valor del Latín y su influencia en nuestro uso diario del lenguaje
Había levantado expectación el anuncio de la presencia del filólogo latino Emilio del Río en el Ateneo de Almagro, y no era para menos. Desde luego no se equivocaron los ateneístas y amigos que abarrotaron la sede en el Palacio de los Medrano para escuchar a este comunicador nato y profundo conocedor del lenguaje. Ya lo advertía Elena Arenas, coordinadora de la sección de Literatura del Ateneo, en su presentación: «Nos va a guiar en un viaje al país de las palabras. Son las palabras las que ordenan el universo, y de eso sabe mucho Emilio del Río», advertía Elena. Y tampoco se equivocó, como quedó demostrado a lo largo de toda la velada. Nada que ver con una presentación literaria al uso. Porque en el fondo de eso se trataba, de presentar su exitoso libro Latín Lovers, que un año después de su publicación llega a su décima edición.
Parafraseando a un alcalde riojano arrancó advirtiendo que iba a «decir unas palabras antes de hablar», asegurando con visible sinceridad que se sentía «emocionado de estar en Almagro, en un lugar de La Mancha del que no quiero olvidarme». Del Río Sanz, colaborador de RNE en los programas de Pepa Fernández con la sección ’Verba volant’, explicó que el libro nace precisamente de ese espacio radiofónico en el que pone de manifiesto que las lenguas clásicas están muy presentes en nuestras vidas, acercando a los ‘escuchantes’ cada semana la posibilidad de conocer el origen de muchas palabras usadas en nuestro día a día con un toque de humor muy personal. Un total de 53 capítulos cortos conforman esta obra que «está pensada para la gente que no tiene ni idea de Latín».
Una vez planteadas estas premisas, comenzó la fiesta. Una fiesta del lenguaje, de la curiosidad, repleta de pequeñas anécdotas históricas que explican el presente, y sobre todo que explican por qué hablamos como hablamos. El escritor proyectó algunas escenas de la mítica película La vida de Brian en la que se enumeran todas las cosas que debemos a los romanos y su cultura, recordando Emilio tres legados más a los que no hace mención la escena: el Latín, el derecho y el humor.
«En el libro juego con las palabras, las ideas y los conceptos», explicaba Emilio del Río, dando como muestra no un botón, sino muchos más. Los asistentes, escuchantes activos en toda la extensión de la expresión, descubrieron la relación que exite entre la Vía Lactea y una lechuga; cómo la máxima competición continental futolística, la Champions, está linguísticamente unida a los champiñones y al Cid Campeador; por qué decimos que el mundo es un pañuelo; que jamón y gamba son la misma palabra; por qué los llamados José son cariñosamente apelados como Pepe; cómo los ingleses usan el Latín hasta para salir de la Unión Europea; el significado torturador de la palabra trabajo; que felicidad es lo que siente un bebé cuando mama del pecho de su mamá; la relación de la rúbrica con el color rojo; o cómo Quevedo publicó versos del aragonés Marcial Bibilis para pinchar a Góngora. Eso, y muchas cosas más, descubrieron los amigos ateneístas en un martes de Carnaval que no olvidarán, en el que incluso llegaron a cantar por Luis Aguilé, y vieron cocinar al fuego (literal) un libro, el libro Latín Lover con el humor, el cine, la música, el sexo, y sobre todo el lenguaje, como ingredientes.
«Carpe diem» fue el último mensaje de Emilio del Río, como invitación a buscar el lado positivo de la vida, antes de ser despedido con una ovación rotunda por un público que pudo saludar a este mago de las palabras y llevarse rubricado un ejemplar del libro presentado.
Muy buena e interesante charla, presentada con humor por un comunicador ameno y cercano. Enhorabuena al Ateneo de Almagro por hacernos pasar un rato divertido e instructivo.