El psicólogo y profesor Darío Díaz Méndez habló del reto del envejecimiento saludable en nuestra sociedad
Este jueves tuvo lugar el cierre del Ciclo de Conferencias de Ciencias de la Salud ofrecido por el Ateneo de Almagro durante los últimos meses, y coordinado por el Dr. Juan Emilio Feliú. Y para la conferencia postinera se contó con la presencia telemática de Darío Díaz Méndez, doctor y profesor titular de Psicología Médica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Castilla-La Mancha, con una ponencia titulada «El reto del envejecimiento saludable».
Darío Díaz planteó una idea inicial fundamental para apuntalar su propuesta, y es que la felicidad es una manera de mirar, pero nuestras miradas, nuestra percepción del mundo no es completamente objetiva: «Nuestra percepción se parece mucho más a una obra pintada que a una fotografía», explicó el ponente. Por eso insistió en que esa percepción tiene que ver con la manera en la que interpretamos los estímulos que recibimos día a día.
Reconoció el creciente interés actual en el estudio del bienestar, con razones fundamentadas en una perspectiva filosófica y otra psicológica, centrándose en la segunda. Añadió que en las últimas décadas se ha producido un cambio importante en el modelo de salud, fundamentalmente desde el año 1948, situando el bienestar como un eje prioritario de la salud pública, apoyado en una serie de avances en la metodología, análisis de datos e instrumentos de medición que han permitido dar pasos fundamentales.
Habló de diferentes formas tradicionales de estudiar la felicidad (hedónica y eudemónica), y de las formas de evaluar el placer o el displacer, dando una definición al bienestar subjetivo basándose en los afectos como evaluaciones instantáneas sobre los sucesos que ocurren en nuestras vidas desde un punto de vista hedónico. Así, explicó cómo trabajar los afectos positivos y negativos, señalando varias claves. Una de ellas sería la incertidumbre, ya que cuando perdemos la sensación de control ganamos vulnerabilidad. Otra sería la importancia de reducir las emociones negativas para evitar consecuencias devastadoras para la salud. En tercer lugar, la influencia que tiene la manera de actuar para modificar pensamientos y sentimientos. Y por último la satisfacción con la vida y el establecimiento de metas, generando un juego de espectativas objetivamente alcanzables, cercanas y tendentes a la baja.
Pero el profesor Darío Díaz también enumeró algunas de las dimensiones del bienestar eudemónico, como la auto-aceptación, uno de los criterios centrales del bienestar. Habló de la importancia de las relaciones positivas con otras personas y el desarrollo de la empatía para ser capaces de aportar y recibir en las relaciones humanas, resultando fundamental tener un grupo de amigos cercanos: «Es mejor una red pequeña de fuerte apoyo social que una red grande de apoyo social lejano», aseguró, añadiendo que el aislamiento social está muy relacionado con el riesgo de padecer una enfermedad, reduciendo además el tiempo de vida.
Otras dimensiones serían el grado de autonomía, ya que altos niveles de autodeterminación están relacionados con la capacidad de resistir las presiones sociales y culturales; el dominio del entorno, teniendo en cuenta que las personas con un alto dominio aprovechan mucho más las oportunidades que les ofrece el entorno; el propósito en la vida, poniendo como ejemplo la experiencia de Víctor Frankl en campos de concentración para explicar que tener alguna razón para vivir fue un factor fundamental para lograr sobrevivir; la escritura reveladora, ya que para aumentar el bienestar psicológico podemos aprender a escribir sobre los acontecimientos que nos han hecho sufrir; y el crecimiento personal.
El profesor insistió también en el poder de la comparación social, ya que de manera consciente e inconsciente buscamos compararnos con los demás, y enumeró algunos de los factores determinantes de la felicidad, como el género, el desempleo, la satisfacción de necesidades básicas, el dinero (existe un umbral a partir del cual el aumento de ingresos no se asocia con un mayor bienestar), el entorno social, la soledad, la salud, la jubilación, la resiliencia o las relaciones personales y sociales, insistiendo en este último factor afirmando que «las otras personas nos activan mucho no solo afectivamente, sino también cognitivamente».
Como es habitual en el formato de conferencias ateneístas, al término se produjo un interesante debate con el ponente, moderado por Juan Emilio Feliú, quien en el arranque de la cita fue el encargado de contar que Darío Díaz es licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid, en la que obtuvo el doctorado con la máxima calificación y recibiendo el premio extraordinario. Añadió que ha tenido diferentes experiencias docentes universitarias, con publicaciones en las revistas médicas más importantes del mundo, y que está desarrollando un grupo de investigación muy relacionado con el tema tratado en esta conferencia.
José Antonio Prieto, presidente del Ateneo, lanzó su agradecimiento en nombre de todos los ateneístas, con la dificultad añadida del obligado desarrollo telemático, por su tiempo y su generosidad, y asegurando que había sido un broche perfecto con el que «completamos y ponemos colofón a un tema que siempre nos ha interesado en esta institución».