El autor y prologuista del libro, Santiago Arroyo, profesor de filosofía de la Universidad de Castilla-La Mancha, no pudo asistir al acto por un inconveniente de última hora. De modo que asumió el peso de la presentación la editora Oliva Blanco, que ha sido profesora de Lengua y Literatura en enseñanza secundaria y es en la actualidad editora de la línea Añil Feminista en la que se ha publicado el libro.
Ángel Luis Moraga, coordinador de la sección de literatura, dio comienzo al acto y presentó a la invitada, destacando la labor de la editorial Añil Feminista por recuperar y publicar esta obra “un tanto especial y quizás extravagante”, preguntándose varias cuestiones tras haber leído el libro. La primera, por qué Camporredondo elige las seguidillas que no están concebidas para divulgación filosófica-escolástica. O por qué no existe apenas información biográfica de una autora que parece inteligente y adelantada a sus tiempos.
María Camporredondo fue una almagreña de la que poco se sabe. Nació en el primer tercio del siglo XVIII y escribió este Tratado Filosófico-poético escótico en su juventud, aunque lo llevó a la imprenta en su vejez y apareció en 1758. Se atreve a escribir un tratado filosófico con el empeño de ilustrar a las mujeres de la época, aunque también a los hombres, y, principalmente, a los niños y a las niñas. Y lo hace utilizando la que es una forma de poesía muy popular desde finales del siglo XVI en España.
Oliva Blanco realizó un recorrido por los libros feministas de su línea editorial, y continuó con una explicación de las mujeres filósofas que anteceden a Camporredondo durante los siglos XVII y XVIII, para meterse de lleno, tras hacer referencia también al didactismo emergente tras la Revolución Francesa, en la extrañeza que presenta el libro de Camporredondo, así como sus peculiaridades.
La presentación terminó en un debate con el público sobre la dudosa autoría del libro y la teoría de que quizás pudiera haber sido escrito por un hombre e incluso un clérigo que quiso hacer sátira o burlarse de la escolástica. Oliva Blanco alentó a los presentes para que alguien investigue en los archivos y termine de esclarecer la verdadera autoría del Tratado philosófico-poético escótico.