El sábado pasado comenzó una excelente iniciativa musical, producto de la colaboración entre el Museo del Teatro y el Ateneo de Almagro. Lo único que se había dejado al azar fue el clima y éste se alió para favorecer un resultado muy satisfactorio.
Fue una experiencia estética con cuatro componentes. Un encuadre tan agradable como es el claustro del Museo del Teatro de Almagro; la interpretación de obras para piano de Albéniz y Mussorgsky; la clase de lenguaje musical referida a las obras en cuestión; y un público que mantuvo un respetuoso silencio y mostró una satisfacción que provocaron dos bises del generoso pianista y profesor Alfonso Candelas. Entre las más de cien personas que asistieron, había varios niños que no se movieron de sus asientos, respiraron profundamente cuando la música era más suave, movieron el cuerpo a ritmo, y hasta sonrieron en los momentos en que el piano reía.
Seguramente la música sola habría sido suficiente, pero el añadido de las explicaciones, aumentó el interés de los asistentes y amplió la experiencia, generando ganas de volver a oír esas obras, con las nuevas herramientas que nos había dado el profesor Alfonso Candelas. Se consiguió acercar un espectáculo culto a todos los públicos gracias a la selección de las obras, la duración de las mismas y las fáciles explicaciones y demostraciones ofrecidas.
El compositor, director y pianista André Previn, afincado en EE.UU, afirmó en una entrevista que él venía a Europa a dirigir porque aquí la música es una necesidad, mientras que en América es un lujo.
Alejandro Martínez Díaz